La amatista es una variedad macrocristalina del cuarzo. Su color violeta característico puede ser más o menos intenso, según la cantidad de hierro (Fe+3) que contenga. Puede presentarse coloreada por zonas con cuarzo transparente o amarillo. Las puntas suelen ser más oscuras o degradarse hasta el cuarzo incoloro.
Es uno de los cristales más potentes de la naturaleza. Al igual que el cuarzo transparente es un cristal con una elevada frecuencia vibratoria, pero su estructura y composición, que dan como resultado unos hermosos cristales de color violeta, le otorgan unas especiales propiedades para trabajar en el desarrollo personal y aumentar la percepción. Es un cristal maestro, un cristal altamente protector y que contribuye a abrir la intuición y reforzar los dones psíquicos.
Representa físicamente el rayo violeta alquímico de la transformación. Quien se sienta atraído por este cristal puede necesitar traer al plano físico estas potencialidades de clarividencia e intuición, que tal vez operan de modo inconsciente en su vida. La intuición consiste en desarrollar una conciencia de la energía sutil, un conocimiento silencioso que transciende al intelecto y los cinco sentidos físicos. El diálogo interno, la intelectualización sistemática y la falta de energía vital son los grandes enemigos de la intuición.
La variedad violeta del cuarzo, la amatista, se dice que era la piedra preciosa que ordenó Dios para el racional del Sumo Sacerdote y era uno de los cimientos de la ciudad celeste vista por San Juan y descrita en el Apocalipsis. Seguramente se conocía desde épocas remotas pero es posible que se confundieran con otras piedras de color violeta rojizo y en especial con el granate variedad almandino. En los escritos de Plinio se observaba esta confusión ya que él distingue entre cuatro variedades de dicha gema, una de color púrpura, de color similar al rubí, una segunda con el color del Jacinto de Compostela, una tercera de color más pálido y una cuarta con el color del vino, y añade que algunos denominan a estas piedras paoderos o anteros y otros piedras de Venus.
Bien conocida es la supuesta propiedad de proteger contra la embriaguez y de ahí deriva su nombre griego amethystos, (sobrio). Plinio y Plutarco no parecen compartir esta opinión ya que ellos atribuían el nombre de amatista al hecho de que tales piedras no poseen el color de vino de calidad, sino del vino aguado. Según una antigua leyenda, Amatista era el nombre de una ninfa de extraña belleza que tuvo la desgracia de despertar la admiración de Dionisio en una de sus orgías. Horrorizada ante la idea de tener que compartir la pasión de tal amante rogó con tanta fuerza a la diosa de la castidad que ésta la transformó en una gema brillante cuando Baco se acercó a abrazarla. Sorprendido y humillado, Dionisio dio la joya su color preferido, el del vino, y en recuerdo de la hermosa Amatista y de la lección recibida decretó que las piedras violetas tendrían el poder de proteger contra los efectos de la embriaguez. La leyenda tenía tanta fama que la amatista pasó a ser considerado como un amuleto contra los efectos del alcohol e incluso Aristóteles dijo que colocada sobre el ombligo de un borracho tiene la capacidad de absorber los humos del vino y de devolver la lucidez al borracho.
La leyenda del origen de la amatista también viene de los mitos Romanos, Baco, el dios del vino, molestado por un mortal, juró vengarse del próximo que se cruzara por su camino, creando así tigres hambrientos para ejecutar su deseo. Sin saber nada, una bella mujer llamada Amatista fue a rendir homenaje a la diosa Diana, quien intervino transformando a la joven en estatua de cristal de roca para protegerla de los tigres. Al ver esta magnífica estatua desanimada, Baco lloró y sus lágrimas tiñeron de púrpura el cristal creando así la piedra que conocemos hoy en día. Los antiguos romanos también compartían esta opinión pues llegaban incluso a fabricar copas con este material, grabando en ellas la cabeza de Baco.
Entre las virtudes atribuidas a la amatista está la de proteger los campos de las tempestades y de las langostas. En los claustros de los monasterios budistas enclavados en las faldas del Himalaya acostumbran a figurar rosarios de tales piedras. También se dice que en el anillo regalado por San José a la Virgen María había una amatista, tal vez debido a ello comenzó a simbolizar la piedad y ayudar a alcanzar la castidad. Este hecho explicaría el por qué esta gema es la única utilizada por los príncipes de la Iglesia Católica. Parece ser que San Isidoro comparaba la amatista a la Santísima Trinidad pues en ella se encuentra agrupados en tres colores, el púrpura que correspondería a Dios Padre, el violeta a Dios Hijo y el rosa al Espíritu Santo. La amatista era también muy apreciada en el Medievo y más tarde en el Renacimiento. Se usaba como gema y era lo habitual en las esculturas, copas o jarrones grabados en este mineral precioso.
En heráldica es el emblema del pudor y el símbolo de San Mateo Apóstol simbolizando la humildad, la sobriedad y la gentileza. Poderoso regenerador de energía. Purifica y regenera de todos los niveles de conciencia. Tiene vibraciones sedantes, equilibra el cuerpo cuando hay alteraciones de sueño. Trasmuta naturaleza inferior hacia aspectos refinados de sus potenciales superiores.
Ayuda a sobrepasar espejismos. Excelente para meditar ya que beneficia las habilidades de canalización. Calma los miedos y las grandes turbulencias emocionales, aconsejándose también su uso contra el insomnio, por ejemplo colocándola bajo la almohada o debajo de la cama. La amatista que tiene el poder de influir en los ambientes limpiando los lugares de energías ambientales negativas. Se dice de la amatista que tiene el poder de influir en los ambientes de discordia, pues crea armonía. Calma las pasiones, las emociones violentas y la rabia. Las piedras grandes de amatista, (drusas o geodas), se utilizan mucho en centros de salud, cuartos de meditación y salas de espera ya que llenan el espacio con vibraciones relajantes, neutralizan la energía negativa y liberan energía bloqueada. Libera bloqueos mentales, además de abrir nuestra mente a otras perspectivas e ideas. Por ello, facilita el proceso de toma de decisiones, aportando sentido común e intuiciones espirituales. Mentalmente ayuda a calmar y sintetizar, favoreciendo la comprensión y la persuasión. Aporta equilibrio y paz interior, ayuda a superar las pérdidas y a la aceptación en general. El cuarzo amatista estimula la inteligencia y la comprensión. Es ideal para quien está estudiando o pasa por un momento en que debe mejorar su nivel de entendimiento mental. Este cristal es un excelente portal canalizador para la conjunción de energías, por lo que es el elegido por aquellos capaces de emplear su energía a distancia, llegando a fortalecer o crear campanas que actúan como “escudos” energéticos. Una trilogía muy poderosa es la combinación de amatista, cuarzo rosa y cuarzo hialino, (cristal de roca), estos cristales sumados a la energía e intuición de quien los utilice pueden resultar altamente benéficos. Ayuda a sentirse más abierto y consciente espiritualmente; utilizándose en casos de conflicto emocional, pues ayuda a proyectar hacia afuera el problema.
Es una piedra imprescindible para personas que trabajen en la sanación de si mismo y de los demás, porque permite limpiar el aura y crear un campo energético alrededor de la persona que lo utiliza muy positivo y elevado. Una forma de meditación muy profunda es realizarla con una amatista en la mano derecha y un cuarzo hialino en la mano izquierda, proyectándose dentro del cristal o agrandando el cristal alrededor de uno mismo, y activando el flujo entre los cristales. Por sus amplios beneficios en el plano físico, es un cristal ampliamente utilizado para masajes y para apertura de canales.
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